sábado, 19 de enero de 2013

¿Y POR QUÉ NO UNAS ELECCIONES?

"La democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo" 
Abraham Lincoln


      A España se le ha llenado la boca de democracia durante 30 años. No hemos parado de hacer referencia a ese ejemplar sistema que parecía no tener fisuras. Ciudadanos, y políticos especialmente, se han encargado de citar tan intocable palabra para justificar durante mucho tiempo cualquier cuestión que pusiera en duda su funcionamiento. Todo este redoble de tambores alrededor del Santo Grial ha servido para aplacar cualquier temblor hasta que el castillo de arena ha empezado a derrumbarse por su propio peso (eso sí, empezando por abajo).

      De ese ideal cada vez queda menos, y cada vez son más los que opinan que sólo existe ya un elemento común que sostiene la democracia (a pesar de la Ley Electoral) que son las elecciones.
     
Congreso vacío, analogía del sentimiento ciudadano
    Quizá por primera vez en democracia, en España se está planteando una situación novedosa, de verdadero cambio y de pluralidad. Los dos grandes partidos del país, que se han repartido e intercambiado la tarta casi a su antojo, están en una merecida fase de desconfianza y descrédito ante la sociedad. Incapaces de reflexionar frente a tiempos que demandan valentía y cambio, su estrategia sigue siendo enrocarse en posiciones estáticas, dejando pasar una tormenta tras otra, sin plantearse una renovación interna y externa necesaria que dé respuestas adecuadas a la realidad existente. Sus acciones, o mejor dicho, sus no actuaciones siguen ahondando en perjuicio del país.

       Las últimas noticias de corrupción e inacción con casos como el de Bárcenas en el PP o el caso Pellerols en UDC, no son más que nuevas gotas que desbordan vasos colmados hace tiempo. 
         
     Llegada a esta situación, quedan dos opciones: seguir esperando a que nada pase y nada cambie, que el tiempo haga olvidar nuevamente el ruido; o lo que quizá es ya momento de hacer antes de perderlo todo, incluso la dignidad, y no es más que reclamar por todos los medios legales de los que dispone la sociedad lo único que todavía parece respetarse en Democracia: las elecciones.
     


Parafraseando a Machado, "hoy es siempre todavía", y todavía estamos a tiempo de cambiar.



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