martes, 24 de julio de 2012

ALGO MÁS QUE UN VOTO (parte I)





"Ser joven y no ser revolucionario, es una contradicción hasta biológica". Salvador Allende






En Italia Mario Monti sustituye a Berlusconi; Ana Botella sustituye a Gallardón en el Ayuntamiento de Madrid; José Luis R. Zapatero elige a Rubalcaba como sucesor para la Secretaría General del PSOE y candidato antes de las elecciones de 2011; Lucas Papademos es sustituido por Yorgos Papandreu en la presidencia griega. Casos recientes como los citados (aunque existen muchos más) muestran la debilidad de nuestras democracias, incluso en su concepto más básico, la representatividad. En todos estos casos se han sustituido presidentes de países, secretarios generales de partidos y alcaldes sin elecciones previas ni votación ciudadana o de afiliados en el caso de los partidos. A estos sucesos podríamos sumar la reforma del art. 135 de la Constitución española sin pasar por la votación del electorado (http://www.elmundo.es/elmundo/2011/09/01/espana/1314911180.html). ¿Qué demuestran estas decisiones? Sin duda, son la muestra del distanciamiento de los políticos (dígase partidos políticos) con la ciudadanía que les elige y a la cuál representan. El déficit democrático recorre las arterias de los sistemas democráticos y en el caso de España está generando una ruptura político-social de graves consecuencias que la sociedad civil no está sabiendo canalizar.
Aunque con seguridad merecería la pena indagar más sobre el concepto democracia y qué es realmente, en esta primera entrada algo teórica pero necesaria, trataré de reseñar la importancia de la democracia participativa y cómo formar parte de ella. Haciendo un mapa de situación, la democracia participativa podemos situarla de forma orientativa en un centro imaginario entre la democracia representativa y la democracia directa. Y si de algo debemos concienciarnos es de la trascendencia que tiene para el futuro de los países, concretamente en el caso español. Sin profundizar en estos tres conceptos propongo una breve explicación/distinción entre ellos: 

  1. La democracia representativa es el concepto más básico que conocemos de sistema democrático, el mismo que reina en la totalidad de países que consideramos “democráticos”. Sencillamente, es el concepto que reconoce que mediante unas elecciones libres y universales se elije a unos representantes de la masa social.
  2. La democracia participativa sería, sintetizando el concepto, aquella en la que además de elegirse unos representantes de los ciudadanos, la sociedad mediante instrumentos democráticos (organizaciones civiles, referéndums, asambleas, ect.) continúe participando e influyendo en las decisiones que esos representantes legítimamente votados toman a lo largo de su legislatura. En la lógica democrática, no debería existir diferencia entre democracia representativa y participativa, ya que la participación activa de la sociedad debería estar intrínsecamente ligada al concepto de democracia, al igual que debiera ocurrir en muchos casos con el tercer tipo;
  3. la democracia directa, en este caso haríamos referencia a una democracia participativa asamblearia vinculante, es decir, que la práctica totalidad de las decisiones políticas a todos los niveles (local, provincial o estatal) estuvieran bajo la discusión y votación asamblearia de todos aquellos ciudadanos que desearan participar. Para ello existirían diferentes instrumentos y sujetos dependiendo del nivel al que pertenezca la actuación política. De esta forma, existirían asambleas de barrios o pueblos que discutan y voten decisiones, que en caso de ser de un nivel más amplio (ciudad, ayuntamiento o provincia) se decidirían según la suma de los resultados en los distintos pueblos o barrios. En cuestiones de gran importancia o que alberguen grandes ayuntamientos, provincias, autonomías o Estado nacional se podría realizar mediante la fórmula del referéndum. En términos estrictamente de igualdad y democracia esta tercera fórmula sería la más “justa”, aunque plantea serios problemas de eficiencia y eficacia a la hora de tomar decisiones ya que necesita de un continuado debate y votación que ralentiza los procesos. En este caso los políticos actuarían como administrativos con la capacidad de publicitar o defender posturas ante las asambleas. Para solucionar en parte estos problemas, se están promoviendo ideas como el uso de internet para agilizar procesos.
Pero como decía esta no es la cuestión a tratar, así que en la siguiente entrada abordaremos nuestras opciones de actuación en el tema central : la democracia participativa.


  

lunes, 23 de julio de 2012

FALTA DE COSTUMBRE


Hace unos años un familiar porteño templaba mi fascinación ante la multitud de protestas diarias que se agolpan ante la Casa Rosada. "Son molestas, pero uno se acostumbra", me decía. Las proclamas pidiendo derechos básicos de la sociedad civil, muchas veces golpeados al otro lado del charco y cada vez más dañados en España, se sucedían ante mis ojos. No podía entender como alguien puede tomar por costumbre el clamor ciudadano.
Hoy lo entiendo todo. Desde que el 15-M vio la luz, las protestas, acampadas y manifestaciones se han sucedido en este paradisiaco país llamado España. Paradisiaco, sí, pero no por la buena vida que oferta, sino porque estamos cada vez más cerca del desierto. Llegaron las huelgas de profesores, los mineros marcharon por el centro de la capital, los ERE en diversos sectores de empleo aumentaron de manera imparable... Y los ciudadanos parece que se acostumbraron... Si los argentinos saben de algo es de capear crisis y los sinsabores que traen los gobiernos corruptos. Así que parece que mi pariente tenía razón.
"La cosa está muy mal", se limitan a decir algunos. "Este país cada vez está peor", dicen otros. Frases que se dirigen hacia el inmovilismo y que apartan de las conciencias la inquietud y las ansias de cambio. A pesar del clima de pesimismo reinante, todavía hay esperanza. Hay gente que quiere despertar y cuesta creer que esta sociedad adopte como algo común las movilizaciones. Si hay algo que nos diferencia de la eterna crisis argentina,  por mucho que los titulares de los periódicos españoles jueguen con términos como 'corralito', es que todavía nos sorprendemos ante las 'meteduras de pata' de los que gestionan nuestras vidas.
El españolito de a pie se sigue 'cabreando' cuando escucha gritos como el de la diputada del PP por Castellón, Andrea Fabra. "¡Que se jodan!", se atrevió a decir mientras el presidente del Gobierno Mariano Rajoy anunciaba los recortes que se avecinan. Y es que si de algo puede presumir la Península Ibérica es de la cantidad de 'listillos' que la habitan y de los pocos 'gilipollas' que se dedican a pagar el pato. No es de educación emplear insultos, pero es un intento de rebajar este texto al nivel de los que nos gobiernan y deciden por nosotros. Y, a la vez, este lenguaje sirve para hacer referencia a la columna que Manuel Jabois publicó en El Mundo el pasado 17 de julio. Un artículo que refleja el sentimientos de muchos ciudadanos que se están sacrificando, mientras otros se aprovechan de su esfuerzo. Tal y como decía en su columna: "A España", piensa usted, "le sobran listos y le faltan gilipollas. Y 50 millones de listos hunden más rápido un país que 50 millones de gilipollas".

Con espectáculos así, prefiero no acostumbrarme nunca a ser el tonto que todo listo desea.

Imágenes de las continuas protestas frente a la Casa Rosada. Buenos Aires (Argentina) / NAYARAK

MIEDOS Y CONMOCIONES

Shock & Awe

"Del shock y de la conmoción surgen miedos, peligros y destrucciones 
inaprensibles para la mayor parte de la gente,para elementos y sectores 
específicos de la sociedad de la amenaza, o para los dirigentes. La naturaleza,
bajo la forma de tornados, huracanes, terremotos, inundaciones, incendios 
descontrolados, hambrunas y epidemias también puede generar estados de 
shock y de conmoción" 


Una shock es “choque nervioso o circulatorio producido por una impresión”; todos, alguna vez, hemos experimentado una situación de shock, todos hemos visto como han quedado pueblos arrasados después del paso de un tsunami, un terremoto, como el efecto de un huracán puede destruir hogares en cuestión de minutos. Otros ejemplos muy ilustrativos de este tipo de situaciones son los atentados terroristas acaecidos Nueva York el 11-S, o los de Madrid el 11-M. En todos estos ejemplos, cuando vemos, leemos u oímos las noticias, notamos ese shock. Entramos en un estado de “desconexión” de la realidad, todo lo que sucede a tu alrededor pasa a un segundo plano. La conmoción de ese hecho te lleva a un estado de parálisis que te provoca que pierdas la percepción momentánea de las cosas que te importan en tu día a día.

Este miedo generado por situaciones de shock es aprovechado por los dirigentes de los países para llevar a cabo políticas impopulares. Ante la necesidad de los países de ayuda financiera externa, los organismos internacionales (FMI, BCE,..) ofrecen dicha ayuda pero con una serie de condiciones que van a llevar al país a una situación de depencia y perdida soberana, un protectorado del libre mercado sin regularización y sin ayudas sociales. Estas decisiones impopulares provocan que los gobiernos planteen políticas de shock que hagan ver al pueblo que la situación del país es crítica, y así implantar las medidas. Los medios nos informan de la prima de riesgo, bono a diez años, paro; y todos estos datos nos genera una situación que percibimos como que el país se hunde. Si este hecho lo prolongamos en el tiempo, el pueblo entra en estado de shock hay miedo en la gente: miedo a perder el trabajo, la vivienda, el futuro. Y el miedo paraliza.

Las crisis de los países las provoca el hombre por sus intereses económicos, cuando la crisis brota empiezan las políticas de shock con el fin de que el pueblo asimile mejor las medidas que van a llevar a más paro, perdida del estado de bienestar y regulaciones laborales que deriven a trabajar más por un salario bajo.

En definitiva, medidas que son políticamente imposibles, cuando estamos en crisis son políticamente inevitables.