FALTA DE COSTUMBRE
Hace
unos años un familiar porteño templaba mi fascinación ante la multitud
de protestas diarias que se agolpan ante la Casa Rosada. "Son molestas,
pero uno se acostumbra", me decía. Las proclamas pidiendo derechos
básicos de la sociedad civil, muchas veces golpeados al otro lado del
charco y cada vez más dañados en España, se sucedían ante mis ojos. No
podía entender como alguien puede tomar por costumbre el clamor
ciudadano.
Hoy
lo entiendo todo. Desde que el 15-M vio la luz, las protestas,
acampadas y manifestaciones se han sucedido en este paradisiaco país
llamado España. Paradisiaco, sí, pero no por la buena vida que oferta,
sino porque estamos cada vez más cerca del desierto. Llegaron las
huelgas de profesores, los mineros marcharon por el centro de la
capital, los ERE en diversos sectores de empleo aumentaron de manera
imparable... Y los ciudadanos parece que se acostumbraron... Si los
argentinos saben de algo es de capear crisis y los sinsabores que traen
los gobiernos corruptos. Así que parece que mi pariente tenía razón.
"La
cosa está muy mal", se limitan a decir algunos. "Este país cada vez
está peor", dicen otros. Frases que se dirigen hacia el inmovilismo y
que apartan de las conciencias la inquietud y las ansias de cambio. A
pesar del clima de pesimismo reinante, todavía hay esperanza. Hay gente
que quiere despertar y cuesta creer que esta sociedad adopte como algo
común las movilizaciones. Si hay algo que nos diferencia de la eterna
crisis argentina, por mucho que los titulares de los periódicos
españoles jueguen con términos como 'corralito', es que todavía nos
sorprendemos ante las 'meteduras de pata' de los que gestionan nuestras
vidas.
El
españolito de a pie se sigue 'cabreando' cuando escucha gritos como el
de la diputada del PP por Castellón, Andrea Fabra. "¡Que se jodan!", se
atrevió a decir mientras el presidente del Gobierno Mariano Rajoy
anunciaba los recortes que se avecinan. Y es que si de algo puede
presumir la Península Ibérica es de la cantidad de 'listillos' que la
habitan y de los pocos 'gilipollas' que se dedican a pagar el pato. No
es de educación emplear insultos, pero es un intento de rebajar este
texto al nivel de los que nos gobiernan y deciden por nosotros. Y, a la
vez, este lenguaje sirve para hacer referencia a la columna que Manuel
Jabois publicó en El Mundo el pasado 17 de julio. Un artículo que
refleja el sentimientos de muchos ciudadanos que se están sacrificando,
mientras otros se aprovechan de su esfuerzo. Tal y como decía en su
columna: "A España", piensa usted, "le sobran listos y le faltan
gilipollas. Y 50 millones de listos hunden más rápido un país que 50
millones de gilipollas".
Con espectáculos así, prefiero no acostumbrarme nunca a ser el tonto que todo listo desea.
Imágenes de las continuas protestas frente a la Casa Rosada. Buenos Aires (Argentina) / NAYARAK |
No hay comentarios:
Publicar un comentario